Hábitos fuera de temporada en la industria de la moda
Las empresas de moda tienen que salir de la rutina de nuevos productos y crear un ecosistema de servicios que permita a los consumidores participar en la sostenibilidad.
Algunas de las prácticas de la industria de la moda deben reevaluarse y rediseñarse. Para empezar, en lugar de centrarse casi exclusivamente en nuevos productos, debería hacerse más hincapié en desarrollar un ecosistema de servicios modernos.
Las tendencias de la moda son cada vez más difíciles de identificar. Además de las creaciones de los diseñadores en las pasarelas, también hay que tener en cuenta las opiniones y preferencias de las personas influyentes en las redes sociales. Sus publicaciones influyen en lo que es popular y pueden cambiar el comportamiento de compra de los consumidores en tiempo real.
- Residuos
La industria de la moda es, por tanto, una especie de juego de adivinanzas sobre cuándo harán sus pedidos los compradores. Pero producir bienes basándose únicamente en suposiciones sobre si los clientes los querrán es un reto evidente, con consecuencias importantes. La más obvia, y de momento quizá la más circunscrita, es tirar la ropa que no se vende. McKinsey & Company calcula que la sobreproducción en la industria de la moda -la diferencia entre lo que se produce y lo que se vende- se sitúa entre el 20% y el 30%. Esto significa que cada año se desperdician unos 92 millones de toneladas de ropa.
Estos residuos son, por supuesto, una locura desde el punto de vista de la sostenibilidad. Por eso es esencial pensar en cuáles podrían ser las alternativas.
- Cambiar el enfoque
Para limitar la sobreproducción, la industria necesita ajustar los volúmenes de producción y mejorar la duración de la vida útil de cada producto. También debemos cambiar seriamente el enfoque del producto al servicio.
En cuanto al volumen, la oferta de servicios a medida, en los que el producto se fabrica cuando surge la demanda, es una forma natural de reducir la sobreproducción. La idea dista mucho de ser nueva. La sastrería y la fabricación a medida son partes fundamentales de la historia de la moda. La diferencia es que las tecnologías actuales y futuras de impresión 3D e inteligencia artificial (IA) están haciendo que el proceso sea mucho más rentable, por lo que la personalización individual está al alcance de más personas.
- Personalización
Hoy en día, las empresas ya individualizan sus productos. La personalización tiene (al menos) dos ventajas: se crea valor añadido para el consumidor y el inventario puede ser menor sin restringir la elección del consumidor.
Sin embargo, la reestructuración de la industria debe ir más allá de la producción "justo a tiempo" de los productos adecuados en el volumen adecuado. Hay que ofrecer servicios que permitan al consumidor contribuir a un consumo más sostenible. Algunas empresas ya están trabajando en este sentido ofreciendo servicios de segunda mano, reparaciones, alquileres y suscripciones.
- Capacitar a los consumidores
Todas estas iniciativas son valiosas, pero relativamente limitadas hasta la fecha. Siguen teniendo como objetivo fabricar, vender y, en el mejor de los casos, prolongar la vida útil de un producto, en lugar de dar a los consumidores las herramientas que necesitan para tomar la decisión más importante: comprar o no comprar. Transferir este poder al consumidor supondría un enorme paso adelante en términos de sostenibilidad.
Ya en 2026, muchos productos estarán equipados con pasaportes digitales que contendrán información sobre el origen, la composición de los materiales, el consumo de energía, información sobre el transporte, la huella climática y mucho más. Todos los consumidores podrán acceder fácilmente a esta información mediante un código QR o la identificación por radiofrecuencia (RFID).
Pero la información sobre un producto individual es sólo un pequeño paso en el camino. Todo será más interesante si las empresas de moda consiguen ayudar a los consumidores a mapear sus compras y tomar decisiones más informadas, basadas en patrones de compra más amplios y, en última instancia, más respetuosas con el medio ambiente.
¿Por qué no ofrecer, por ejemplo, la posibilidad de comprar moda de forma neutra en carbono? Un servicio en el que cada consumidor individual podría recibir una notificación cuando haya superado un determinado valor de referencia para sus emisiones de dióxido de carbono: se le podría avisar de que se ha alcanzado el valor límite después de la última compra o de que aún hay margen para más compras, pero de alternativas más ecológicas. El servicio podría ofrecer alternativas a las nuevas compras, como alquilar el producto o comprarlo de segunda mano.
- Pensamiento sostenible
Existen oportunidades para contribuir seriamente a una industria de la moda más sostenible y, al mismo tiempo, crear nuevas fuentes de ingresos. La industria debe replantearse sus procesos y centrarse más en un ecosistema de servicios modernos, en lugar de producir constantemente nuevos productos. La moda tiene que modernizarse un poco y abandonar hábitos anticuados.
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