Pocos sectores experimentan cambios tan rápidos como el manufacturero. Las preferencias de los consumidores evolucionan continuamente, las tecnologías innovadoras alteran constantemente las normas operativas, los marcos normativos fluctúan perpetuamente e incluso los modelos de negocio se transforman con regularidad. Este dinamismo incesante exige agilidad organizativa: la capacidad de adaptarse ágilmente a los cambios acelerados del mercado.